
En el marco del trayecto formativo INEL, dos grupos de docentes que se iniciaron recientemente en la Red de Escuelas La Salle Argentina-Paraguay vivieron una experiencia única de inmersión. Durante cuatro días, compartieron vida, oración y misión junto a las comunidades de Hermanos en San Salvador de Jujuy y González Catán (Buenos Aires). Esta propuesta, que surge como novedad del INEL 2025, buscó profundizar el vínculo de los educadores con la espiritualidad lasallana desde el encuentro cotidiano, la cercanía y la práctica concreta en las obras.
“El trayecto INEL ya tiene más de diez años y este año sumamos esta experiencia como forma de dar continuidad y profundidad al proceso formativo iniciado en febrero”, explicó el H. Alejandro, coordinador de la Comisión de Formación y director de la comunidad de Catán. “En Jujuy, Córdoba, Malvinas y Catán recibimos a los grupos con mucha alegría. Fue una experiencia de Iglesia, de red y de comunidad”.
La propuesta se pensó como un espacio de convivencia y aprendizaje mutuo. En Jujuy, acompañados por Elián Penna Giambó, director del colegio secundario La Salle de Catán y coordinador del INEL, el grupo de docentes se insertó en la vida del Centro de Formación Profesional La Salle, donde compartieron actividades educativas y celebraciones con la comunidad local. En González Catán, con el acompañamiento de la Prof. Natalia Trincavelli, docente de nivel secundario del Colegio La Salle San Martín y también coordinadora del INEL, el grupo se sumó a la dinámica del colegio y las obras sociales vinculadas, como El Baratillo y el comedor escolar.
“Para nosotros fue muy gratificante poder aprender y compartir con la comunidad de Hermanos —dijo Natalia—. Nos llevamos una experiencia profundamente humana, una comunidad que nos acogió con calidez y nos invitó a vivir lo esencial del carisma”.
Los testimonios de las y los docentes participantes reflejan la intensidad emocional y espiritual de lo vivido:
“Me impactó ver cómo la visión que compartimos en febrero se plasma en acciones concretas, en cada gesto, en cada rincón de la escuela. Me llevo una enorme gratitud”, compartió una docente.
“Fue una experiencia transformadora. En cada espacio se respira entrega, comunidad, acompañamiento real a los chicos y chicas. Lo humano está primero, y eso se siente”, destacó otra educadora tras su paso por Catán.
Desde el cariño de las chicas y los chicos, el trabajo colaborativo en los espacios de alfabetización, el servicio en comedores o roperos comunitarios, hasta las conversaciones con Hermanos y docentes de trayectoria, cada momento dejó huella. “Nos alojaron con ternura. Se nota que dan lo mejor, no lo que alcanza, sino lo que humanamente pueden ofrecer al 100%”, reflexionó una de las participantes.
El Hermano Carlos, al despedir al grupo, compartió:
“Ha sido una oportunidad para el intercambio de saberes: los profesores aportaron sus experiencias pedagógicas y de vida, mientras que nosotros compartimos el sentido profundo de nuestra consagración. Esta convivencia afianzó los lazos entre comunidades educativas y religiosas, lo cual es clave para sostener el espíritu de asociación. Vivimos el carisma de San Juan Bautista de La Salle como algo compartido, no exclusivo de los Hermanos.”
En este sentido el Hermano Alejandro, desde Catán, también señaló:
“Esta vivencia fue también un espejo para nosotros: ver en los nuevos educadores una pasión y un compromiso que nos renuevan la esperanza. El carisma lasallano sigue vivo y fecundo en manos de quienes educan con amor”.
Con el corazón agradecido y la vocación encendida, los grupos regresaron a sus comunidades. Llevan consigo no solo una experiencia formativa, sino también un profundo sentido de pertenencia a una red que los abraza y una espiritualidad que los impulsa a ser signos del amor de Dios donde más se necesita.













